viernes, 16 de enero de 2015

En el nombre del Anonimato - Un perro

Ahí lo vemos, todos lo vemos, allá va, pasando entre la gente impertérrita, el Anonimato. No tiene nombre y nadie parece reconocerlo, pero todo el mundo lo conoce. Como un espectro entre la multitud —lo que es casi de por sí un lugar común para ese vínculo, poéticamente hablando— mantiene un paso de vagancia que no se altera ni distrae con el entorno. Él va. 

La vista al frente, a veces cabeza gacha y reducidos al mínimo permitido por la propia dignidad los ocasionales pispeos laterales, el Anonimato va. Quienes reparen distraídamente en él —como quien siente sin saberlo el tufo de la Muerte— le darán la espalda o mirarán en la dirección opuesta, cumpliendo con la parte que les toca para mantenerlo como es, anónimo e ignorado, pero familiar. Es como cruzarse con alguien que fuera de confianza en un pasado mejor y lejano (como corresponde al pasado), sentir que hay que saludarse por compromiso o por rendir pleitesía a algo que ya no está, y generar espontáneamente el mutuo acuerdo de ignorarse mano a mano, hacerse los nunca vistos, el pasado estuvo ahí y en el futuro no estaremos. 

Podría suceder (y más de muchas veces sucede, de hecho) que el Anonimato haga cuerpo en un perro. Los más crédulos dirán que ja ja, que qué disparate, que los perros siempre son anónimos e ignorados a menos que sean todo lo contrario, nóminos y famosos, como Uggie, el canis lupus familiaris que causó revuelo de flashes y notas tras competir por un premio Oscar en 2012 gracias a su participación en la película The artist. Digan lo que quieran, yo vengo a traerles la prueba gráfica de que pisan en falso. 

Mi foto de este día trae al Anonimato emperrado, y además captura la esencia física del perro anónimo en general, con su actitud de soledad rodeada de gente. Yo lo vi, porque siempre estoy viendo a los perros. También me pasa seguido que los perros me ven, o mejor dicho me miran, pero eso es toda otra historia. A su vez este perro de la foto no es tan anónimo para mí, puesto que es en pinta y de cola a hocico el propio Gaspode. Para quienes no lo conozcan, Gaspode es un perro que coprotagoniza o participa secundariamente en varias de las historias de Mundodisco, de Terry Pratchett, gran escritor inglés y creador de ficciones (o sea, creador de otras realidades).

Por acá, más información sobre Mundodisco y Terry Pratchett. Y el sitio oficial de Pratchett y sus libros.

Y por acá abajo, la foto:


Gaspode, el perro anónimo (2013) - Lo verás pasar, y quizás lo ignores. Pero si él repara en ti, seguro que no podrás evitar responder positivamente al inexplicable mandato que resonará en tu cráneo (¿Alguien me habla? ¿De dónde viene esa voz?) e impondrá en un persuasivo susurro: Anda, sé bueno. Dale una galleta al perrito, ¿si?


Dedicado a Seymour Diera, el perro que olía a perro mojado, aunque estuviera seco.

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