martes, 16 de junio de 2015

Hoy lloré la muerte de Cerati

No, no es un relato de ciencia ficción contado en primera persona y en clave biográfica. No se extrañen los más allegados. Es simplemente eso que dice el título. Va este texto porque no podía publicar solo un título.

Esto no es un homenaje ni el acto complejo de admitir lo negado sobre lo negado. Es solo un reconocer algo cuando lo siento. Mi sensibilidad de escritor, enterrada entre kilos y kilos de carencias emotivas que he cultivado durante años, se escapa cada tanto de su encierro en el sótano de lo que fui. Nunca sale del todo, pero las pocas plumas suyas que se filtran por la puerta-trampa de esa cárcel a veces caen en la correcta y oportuna corriente de aire que las puede traer hasta acá, a este punto donde uno ya no se reconoce.

Saber cuándo perdimos, agachar la cabeza, asumir que supe amar mucho, que le tengo miedo al después, que todas esas cosas y que lo que se fue y ya no vuelve, se fue, y ya no vuelve.

Bo, gurises, la barra de Jaure: hoy lloré la muerte de Cerati. Alguien que me lo explique, por favor...

Boca ancha nunca se calla (2015)

martes, 21 de abril de 2015

- - - Espacio contratado por Mitomanía - - -

Hoy me vendí, pero lo hice por una buena causa, por un bien mayor al de mantener un blog en funcionamiento. Mitomanía (exitoso programa radial-online del cual formo parte) me convenció de utilizar esta bondadosa plataforma para poder subir una imagen que las redes no están digiriendo de la mejor manera. 

Cartel promocional del día en que se presentó el documento que se ofrece en este artículo.
En resumidas cuentas, se trata del análisis de la charanga emitida el día 20 de abril de 2015 en el programa de #MitomaníaCodicia: "El bum bum", de Carlos La Mona Jiménez.

De paso, les canto las redes y formas de conocer más de esta porquería maravilla de programa:
En Facebook: Mitomanía
En Twitter: @mitomaniaradio
En SoundCloud: Mitomanía
Y el TuneIn de Mediarte, nuestra actual casa (y su página web, mediarte.com.uy).

Proyecto de tesis: "El bum bum", de Carlos "La Mona" Jiménez
(si hacen click en cada parte se ve más grande y hasta menos feo)







Los tamaños quedaron como mi rostro, pero bueh, nadie dijo que la vida fuera sencilla, manga de quejicas.



viernes, 16 de enero de 2015

En el nombre del Anonimato - Un perro

Ahí lo vemos, todos lo vemos, allá va, pasando entre la gente impertérrita, el Anonimato. No tiene nombre y nadie parece reconocerlo, pero todo el mundo lo conoce. Como un espectro entre la multitud —lo que es casi de por sí un lugar común para ese vínculo, poéticamente hablando— mantiene un paso de vagancia que no se altera ni distrae con el entorno. Él va. 

La vista al frente, a veces cabeza gacha y reducidos al mínimo permitido por la propia dignidad los ocasionales pispeos laterales, el Anonimato va. Quienes reparen distraídamente en él —como quien siente sin saberlo el tufo de la Muerte— le darán la espalda o mirarán en la dirección opuesta, cumpliendo con la parte que les toca para mantenerlo como es, anónimo e ignorado, pero familiar. Es como cruzarse con alguien que fuera de confianza en un pasado mejor y lejano (como corresponde al pasado), sentir que hay que saludarse por compromiso o por rendir pleitesía a algo que ya no está, y generar espontáneamente el mutuo acuerdo de ignorarse mano a mano, hacerse los nunca vistos, el pasado estuvo ahí y en el futuro no estaremos. 

Podría suceder (y más de muchas veces sucede, de hecho) que el Anonimato haga cuerpo en un perro. Los más crédulos dirán que ja ja, que qué disparate, que los perros siempre son anónimos e ignorados a menos que sean todo lo contrario, nóminos y famosos, como Uggie, el canis lupus familiaris que causó revuelo de flashes y notas tras competir por un premio Oscar en 2012 gracias a su participación en la película The artist. Digan lo que quieran, yo vengo a traerles la prueba gráfica de que pisan en falso. 

Mi foto de este día trae al Anonimato emperrado, y además captura la esencia física del perro anónimo en general, con su actitud de soledad rodeada de gente. Yo lo vi, porque siempre estoy viendo a los perros. También me pasa seguido que los perros me ven, o mejor dicho me miran, pero eso es toda otra historia. A su vez este perro de la foto no es tan anónimo para mí, puesto que es en pinta y de cola a hocico el propio Gaspode. Para quienes no lo conozcan, Gaspode es un perro que coprotagoniza o participa secundariamente en varias de las historias de Mundodisco, de Terry Pratchett, gran escritor inglés y creador de ficciones (o sea, creador de otras realidades).

Por acá, más información sobre Mundodisco y Terry Pratchett. Y el sitio oficial de Pratchett y sus libros.

Y por acá abajo, la foto:


Gaspode, el perro anónimo (2013) - Lo verás pasar, y quizás lo ignores. Pero si él repara en ti, seguro que no podrás evitar responder positivamente al inexplicable mandato que resonará en tu cráneo (¿Alguien me habla? ¿De dónde viene esa voz?) e impondrá en un persuasivo susurro: Anda, sé bueno. Dale una galleta al perrito, ¿si?


Dedicado a Seymour Diera, el perro que olía a perro mojado, aunque estuviera seco.

martes, 2 de diciembre de 2014

Primera serie - Pan de Azúcar otra vez y con más excusas

Dedicado a Rubito, Diego y el cabo Romero.-

Esto de tener y llevar un blog que quiso ser de fotos y no lo logró (no nos engañemos, es más que obvio que solo lo estoy usando para escribir sandeces; que no se ofenda ningún sanducero) hace que haya que elegir, como todo en la vida, qué foto sube y qué foto no. En su lecho de muerte, mi abuelo me dijo exactamente eso: «La vida es una cuestión de elecciones: se trata de elegir qué foto sube y qué foto no lo hace, mayormente.». Y él era fotógrafo, y votaba, así que algo sabía de todo el tema. 

Cuando recorro las carpetas digitales en las que se acumulan mis fotos para hacer el proceso de selección inicial, mi primer acto reflejo es ponerme la gorra y que me brille la chapa, como dicen los jóvenes para significar que uno se pone policía, porque suele predominar mi rigurosidad de selector estricto. Es entonces cuando me parece que todas las fotos son fuleras, de calidad artística dudosa, de calidad profesional nula, o básicamente incomibles. Termino eligiendo una de entre varias decenas solo porque la necesidad apremia y me es indispensable tener esa excusa gráfica que me habilite para vomitar letras. Con el tiempo, ya subida la foto y publicada con su texto correspondiente alrededor, se enciende en algún lugar de la poca humanidad que me queda una chispita de orgullo, una lamparita minúscula de satisfacción personal, un antecesor del LED con débil luminosidad de autoestima.

Si el impulso de compasión para con mi arte dura un par de días y se cuela en un nuevo proceso de selección de fotografías, puede pasar lo que está pasando acá, ahora mismo, y que será más evidente dentro de un par de párrafos. Me refiero a que logran clasificarse fotos bastante malas, pero que por algún motivo son dueñas de porciones de mi cariño, sea por lo que representan, por lo que muestran o por lo que las llevó a existir. 

En un inédito brote psicótico de este impulso benevolente fue que decidí hacer una serie —la primera en su género aquí, en En Montevideo, Uruguay— con fotos de una de mis carpetas más viejas, que ya habían sido descartadas para subir al blog. Quizás el mensaje sea esperanzador para otras fotos rechazadas: no está muerto quien no ha muerto (m?). 

Con toda esta larga excusa previa espero que la advertencia haya logrado colarse. A continuación verán un conjunto de fotos de calidad muy pobre, pequeñas en lo que a tamaño digital refiere, y con un denominador común que les permite estar juntas: son todas fotos vinculadas a mi etapa de vida en la ciudad de Pan de Azúcar, Maldonado. Sobre esto ya publiqué algo anteriormente (Saliendo de Montevideo - Pan de Azúcar y murales), pero esta vez hay elementos más íntimos o más personales en relación a la actividad que allí desempeñé y etcétera. 

Con ustedes, las fotos y sus comentarios al pie:

Super Mario Pizza Pando (2008) - Esta va primera por cómo surge: en el camino hacia la ciudad que nos convoca. Yendo a Pan de Azúcar desde Montevideo por la ruta 8, al pasar por la ciudad canaria de Pando, puede verse (o podía verse, hace mucho que no cruzo por esa zona) esta pizzería de tan fontanero nombre. 
¿Original? Meh... ¿Curioso? Puede ser... Más acertado hubiera sido Pizzería Las Tortuga Ninya. Yo la tiro, ustedes ven...   
Denle al clic aquí debajo en el «Seguir leyendo, a ver si mejora...», que quedan siete fotos más, manga de vagos roñosos.

domingo, 9 de noviembre de 2014

Pensamientos desencajados

Se nos viene diciendo desde muchas corrientes publicitarias (seguramente originadas en grandes monasterios zen del marketing internacional) que pensemos fuera de la caja, o por fuera de la caja, o afuera de la caja. Etcétera. La cosa parece ser no estar en la caja, no estar dentro/adentro de ella.

Pero yo pregunto, ¿por qué nadie piensa en la caja? No ya adentro de ella, como en el último enunciado del párrafo anterior, sino acerca de ella, sobre ella. Pero sobre no como sinónimo de encima, sino como expresión de interés en el tema-objeto caja, o sea, pensar al respecto de la caja.

¿Qué es de la vida de la caja? ¿Qué siente la caja? ¿Sufre la caja? ¿Ama, acaso, la caja? ¿Se enternece o erotiza con sus pares chinas, promiscuas y fagocitantes? ¿Se interesa la caja por lo que tiene adentro, lo que tuvo o lo que puede llegar a tener? ¿Se satisface con lo que le sacamos, si es que la libramos de guardar algo comprometedor? ¿O tal vez se siente hurtada y desnudada en su intimidad al ver cómo le quitan parte de su adentro sin poder impedirlo?

Es, como mínimo, sospechoso que tanto se insista en publicidades y discursos espontáneos, sobre todo desde líderes de opinión en los medios masivos de comunicación, para que pensemos por fuera de la desconocida caja. En especial porque resulta preocupante la no definición de la tal caja. No sabemos si se trata de una representación simbólica del «establishment» (entiéndase lo que se quiera entender con este término), si se alude a cierto tipo de contención abstracta, si se refiere a una caja con cerebro (algo así como Krang), si se busca estimular a la población a crear nuevos puestos de trabajo «en negro», o si qué carajo es lo que está pasando con la tan mentada caja esa y qué joderse y carajo de vuelta. 

La clave puede estar en empezar cuestionándonos esto, por qué hay quien se interesa en que nuestros pensamientos y el interior de la caja no estén vinculados. Retener la caja en la ignorancia, o que no caigamos en la cuenta de lo que la caja contiene, tal vez. Pero esto es parte de mi paranoia. 

Porque, por otro lado, seguramente haya quien defienda esta postura de pensar fuera de la caja, de romper los muros de lo conocido (suponiendo que adentro de la caja es donde estamos, y ya que no podemos salir, que al menos lo haga nuestra conciencia y sus subproductos). Pero esto es otra paranoia de la comodidad colectiva. O al menos esa es otra cara de mi propia paranoia.   

No lo sé, hacía mucho que no escribía. Ya se acomodará todo. 
Bienvenidos de nuevo.


La caja de la discordia (2013) - Mis saludos a Pandora, valiente y desobediente a partes iguales, como su par Eva.

Sometimes I give myself the creeps
Sometimes my mind plays tricks on me
It all keeps adding up
I think I´m cracking up
Am I just paranoid?
Or am I just stoned?
...
A veces me doy escalofríos
A veces mi mente me juega trucos
Todo sigue sumándose
Creo que me estoy quebrando
¿Solo estoy paranóico?
¿O solo estoy encajado?
..
.
(fragmento de Basket caseGreen Day)

sábado, 13 de septiembre de 2014

Vote por usted - Cabarulo electoral

Un sábado como casi cualquier otro descubrís que te levantaste con catorce años de vuelta, y ni siquiera necesitás corroborarlo con el espejo ni explorarte la densidad de tus pelambres corporales. Tenés catorce años de vuelta... ¿Qué pensás hacer con eso?

Este no es el argumento de un libro de Elige tu propia aventura. No te voy a plantear que "Si escoges ir al examen sin estudiar pasa a la página 49", ni "Si decides palparle furtivamente las nalgas a Betty y culpar al profesor de Aritmética arruinando su vida y su carrera pasa a la página 90". Solo digo que un sábado te levantás y tenés de vuelta catorce años en algún rincón tuyo, así como dicen que "siempre se tienen veinte años en un lugar del corazón".

Catorce años, con cierta tendencia incendiaria. Como corolario, estamos en época de elecciones. Y unas elecciones muy particulares. Cuando el tener que elegir te marea o uno siente que tratan de marearlo para que elija, antes que decisiones claras lo que se consiguen son náuseas contundentes. Convengamos que esta campaña electoral viene tirando para ese lado. 

Mi idea en este texto no es hacer proselitismo ni repartir proselitismo prefabricado. Los comecocos abundan, arracimados en cualquier esquina, en estos tiempos de vendaval democrático. La única pretensión que tengo es que, cuando todos lleguemos al momento definitorio de estar parados ante la boca oscura de la ranura en ese buzón que se alimenta de voluntad popular, estemos convencidos hasta la misma fibra de nuestro ser de lo que estamos haciendo. La pasión está muy bien para sentirse vivo, pero hay cosas que no se pueden dejar libradas a un impulso febril y camisetero. 

Lo más misterioso de todo es que, ahora que releo lo escrito hasta acá, me siento en dudoso desacuerdo conmigo mismo, pero aún así lo digo. No me puedo arrepentir de lo que escribí diez minutos atrás. Es que, como te digo una cosa, te digo la otra. Pero lo importante es reconocer que las ideas y las opiniones mutan. 

Y si a vos que leés esto y no sabés qué carajo estoy tratando de decir te preocupa tener un motivo claro para votar a un candidato con convicción, solamente te recomiendo que votes por vos. No en la urna ni en las elecciones presidenciales, sino en cada momento. Vote por usted, señora; votá por vos, flaco; votemos por nosotros, porque "Nada podemos esperar si no es de nosotros mismos", como dijo José Artigas, el general traicionado por quienes fundaron este país que hoy nos obliga a ejercer la libertad de elegir

Vote por usted (2013) - No promuevo el individualismo. Solo digo que difícilmente alguien venga a hacer por vos lo que te corresponde a vos y solo a vos hacer. Algo de eso, nada nuevo.

La foto: Es un destapador sabio que está pegado con imán en algún lugar de la casa de un primo mío.

                                                                                                      
Pero... ¿cómo? ¿Entonces nos obligan a ejercer una libertad?

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Para terminar (y totalmente fuera de programa) como dije que tengo catorce años de vuelta, voy a poner la letra de una canción que transmite un poco del espíritu que me llevó a escribir esto hoy:

miércoles, 3 de septiembre de 2014

Che, Churrín, mirá a lo lejos - Churrinche oteador

Habiendo llevado a su exigencia extrema el zoom cagado que tiene este aparato, logré la foto que hoy presento, primera de tantas que tengo hechas en Jaureguiberry, Canelones, el lugar en el que históricamente he sido, donde la naturaleza formó parte importante de mi intelecto y formas principales de percibir el mundo, y de donde he recogido algunos de los seres vivos que más me han dado y más han justificado mi razón de ser en esta vida. Y donde además me pongo muy jipi, como puede leerse en el extenso enunciado anterior.

En la foto se ve un churrinche posado en lo alto de un pino muerto. La saqué bajando a la playa, donde nace (o donde muere, todo depende de cómo se considere) la calle Palo Palo, casi entre los médanos costeros.

Churrinche oteador (2012) - Le puse este título porque "Churrinche vigía" me daba la idea de milico, y el milico vestido de rojo no se da mucho que digamos. La otra idea era "Churrinche otero", pero podía darse la confusión de si estaba planteando una adivinanza para descubrir si era un churrinche o un tero; además lo de "otero" creo que le va más al pato, por cuestiones poéticas. * 
La calidad pictórica tan escasa en cuanto a lo técnico de esta foto creo que queda compensada por lo estético, al menos para mi gusto. Y me voy a justificar, porque si no, ¿para qué carámbanos hago un blog donde pongo mis fotos y escribo? La foto mismo es lo que está dentro del marco celeste más claro; el fondo difuso donde está la firma es marco en sí y junto con lo que sobresale en tono celeste oscuro son parte del juego tonto que le hago para no subir la foto sola, que queda medio perdida...

Ta, mucha excusa en cuanto al marco. Sigo con la foto. El cielo ese día era de un celeste total, de esos que cuando te concentrás te absorbe tanto como un buen cielo nocturno multitudinario en estrellas. Creo que la foto lo refleja bastante, más allá de lo pastoso de su textura. El tronco, muerto desde un temporal del 2006, brillaba al sol con un plateado metálico bastante hiriente, como un primitivo monumento vegetal dedicado a algún raro mineral mitológico.

Y ese churrinche... Ese churrinche, con su propia historia a cuestas, estático en lo más alto del quebrado árbol, miraba el horizonte en busca de quién sabe qué, posado allí como un pimpollo de una flor desorientada que creció en la nada, una gota de sangre plumosa en la punta de una espada deslumbrante de seis metros y pico de alto.

Hacía días que al pasar por esa calle yo veía al churrinche rondando por allí, siempre revoloteando cerca de los grupos de humanos que bajábamos a la playa o subíamos de ella. En el breve espacio de una cuadra y poco el encarnizado pajarito se cruzaba de un lado a otro de la calle, como haciéndose ver, como diciéndoles a todos "ey, personas, miren qué rojo que soy, miren qué volteretas que doy, miren qué chillidos que chillo".

El churrinche chillaba en su particular lengua churrinchera, como suelen hacerlo aquellos churrinches monolingües que tanto pueblan nuestros montes y campos orientales. Decía cosas de churrinche, por supuesto, y todo aquel que supiera y quisiera escucharlo podía aprender mucho sobre chimichurris, chinchulines, churrasquerías, charreteras y charcuterías, de las cuales este bicho sabe por simples casualidades fonéticas. De chalchaleros no tanto, porque esos son de la familia de los zorzales y los tordos.

Ante tanto, yo no pude hacer menos que sacarle una foto...
Sí, ese fue un verano muy curioso, de muchos aprendizajes.

* Vaya el saludo a un profesor de Derecho que tuve en el liceo, que se apellidaba Otero y tenía barba, y al cual obsequié una caricatura suya hecha por mi propia mano (derecha, porque era profe de Derecho). 


miércoles, 27 de agosto de 2014

Motivos para disfrazarse y salir de noche

Apareció otra foto vieja, pero con la particularidad de estar entre las pocas afortunadas que logran superar los estrictos filtros de selección necesarios para estar aquí, en el blog con nombre pretencioso y embustero: enMontevideoUruguay.blogspot.com (quién sabe si esta estupidez que acabo de hacer, automencionarme en mi propio blog, le sirve para algo al tráfico online; los senderos de San Google son inescrutables y farragosos*). 
*Tampoco es que me esté llenando de oro con esto, pero algo siempre seguirá siendo algo...

De cualquier forma, tengo ganas de soltar la foto primero y después reflexionar a su respecto. Como introducción a la imagen solamente diré que recuerdo que este dibujo-graffiti estaba en una pared de Montevideo, pero no tengo ni el menor rastro de asomo sobre dónde exactamente ni en qué contexto obtuve la instantánea. Probablemente en el Barrio Sur, paseando con mi perro. 

Batirrazones (2008) - No seamos crueles con el artista callejero espontáneo; dejémosle pasar el hecho de que se comió la coma que va a continuación del vocativo "mamá".
Le puse Batirrazones porque en ese globo de diálogo reconozco una de las aristas de la razón de ser vengativa y justiciera de don Batman. Es que, sin entrar a realizar un análisis profundo de sus motivos para disfrazarse y salir de noche, Bruce Wayne (¿cómo llegamos de ese nombre al español Bruno Díaz? ¿Y de Dick Grayson a Ricardo Tapia? ¿Merecemos la muerte por latinizadores?) hace lo que hace cuando se batmaniza porque le mataron a los padres y los extraña. 

¿Demasiado simple? Bueno, es discutible. Hay que estar en sus botas para saberlo, y la verdad es que no se lo deseo a nadie. 

Lo que sí creo es que cada cual tiene sus motivos para disfrazarse y salir de noche, y que más gente aún tiene motivos para disfrazarse o para salir de noche. Hay quien vive disfrazado todo el tiempo y hay quien se oculta entre las sombras para poder salir a ser quien de verdad es. Pero muchos se disfrazan para ser quienes en realidad son todos los días, y ahí está el famoso "Síndrome Clark Kent" del que nos habla Bill en la película Kill Bill Vol.2


Cuidado con eso. Nadie está a salvo de los disfraces ni de los disfrazados.


Y hay/habemos otros que no necesitamos de ningún motivo para disfrazarnos, ni para salir de noche. 

Ni para salir.

miércoles, 13 de agosto de 2014

Uruguay, bienvenido al mundo - Mundo, bienvenido a Uruguay

¿A qué responde este título tan particular y semi capicúa? Ciertamente parece recordar a carteles de antaño del estilo "Gran Kermese Gran", o quizás al de "Hoy Sopa Hoy" que nos cantaba el Choncho Lazaroff. Sí, es algo de eso, pero a nivel globalización y marketing (o márquetin, que también vale según la policía de la Real Academia Española).

Hace un par de años (o sea dos; un par mismo, sin tejemanejes) se inauguró la nueva terminal del aeropuerto de Carrasco cuyo nombre oficial es Gral. Cesáreo L. Berisso y el título de esta publicación, "Uruguay, bienvenido al mundo. Mundo, bienvenido a Uruguay", era el eslogan con el que se publicitaba tal novedad arquitectónica. Creo que sobre esto no tengo mucho que agregar, o al menos no por ahora. Por eso los dejo con la foto, y abajo van letras al respecto.

Arrivals los que luchan (2012) - El título original de la foto era Fragmento de aeropuerto. Este otro lo acabo de inventar, así que cualquier cosa a quejarse a la FIFA, a la Haya, o a la Confederación Americana de Campos Aeroportuarios (sí, la CACA, a no reírse que esta gente pone y saca gobiernos como si fueran huevos en la puerta de una heladera).

Esta foto refleja mi primera impresión sobre el nuevo aeropuerto: un farol, una curva y el cielo dominando, algo que resulta esencial para cualquier aeropuerto que quiera desempeñarse medianamente bien en sus funciones. Es que el aeropuerto techado no ha tenido gran aceptación que digamos (como pasó con los caramelos de sushi).

Así lo vi cuando lo conocí, entre dormido y despierto mientras llegábamos junto al edificio y los motores se quedaban ronroneando pausadamente en la lenta maniobra de detenerse. Me desperecé y me pareció mentira que ya hubiéramos llegado, que el viaje se hubiera pasado tan rápido y que Montevideo se desplegara a mi alrededor (lo cual era bastante improbable, porque el aeropuerto está en Canelones, aunque su código internacional sea MVD).

Pero sobre todo me pareció mentira que eso fuera Tres Cruces. Yo venía del este, de Jaureguiberry, en el Copsa, y todavía no había tenido oportunidad de entrar al predio del nuevo aeropuerto. Solo lo había visto de lejos, pasando por la ruta Interbalnearia, y de más lejos, por la Giannattasio. ¿Qué querés que te diga? Lindo, lo que se dice lindo, no me resulta, pero me cae más simpático que el otro. Me recuerda a un fósil de lo que fuera el descomunal ancestro de los bichos bolita.

Para terminar, solo quiero agregar que nunca me subí a un avión, y si algún día alguien tiene que meterme en uno, le recomiendo que mire aquellos capítulos de "Los Magníficos" en los que tenían que lograr que Mr. T hiciera lo propio, para que puedan sacar ideas.


¿Cómo tus padres te van a poner de nombre "Cesáreo"?
De ahí a que haya niños que se llamen "Probeto" hay apenas centímetros...

miércoles, 6 de agosto de 2014

La tibieza de la cerveza - Basado en hechos reales

—¡Eh, cantinero! Póngame una cerveza bien helada.

—Enseguida, caballero —Isaac tomó una jarra de la repisa, la refregó con su grasoso delantal y la llenó hasta el borde con la espumosa e incomprensiblemente helada cerveza, tan, pero tan, tan fría que haría estornudar al oso polar más abrigado de la manada. Se la tendió al recio cowboy que la había pedido, aún tratando de descifrar por qué el muy maraca no tomaba whiskey, como cualquier son of neighbour—. Sírvase, caballero.

El sediento cliente echó a su espalda el aludo sombrero y empinó la jarra. Al entrar la cerveza en contacto con sus labios su piel se cuarteó y resquebrajó prácticamente de inmediato, su rostro adquirió un preocupante tono azulado y todo su cuerpo se crispó en una parálisis que conservaba un apenas perceptible temblequeo, una suerte de vibración, casi un zumbido físico. Frío no era un estado ni una sensación para él en ese momento; era un concepto superior, inexplicable y por demás elevado, como el Amor, la Fe o la Angustia De Los Domingos Al Caer La Tarde. Con la jarra soldada contra su boca y así tiritando, el vaquero cayó lentamente hacia atrás, chocando de espaldas contra el piso y quebrándose en incontables fragmentos cristalinos, con un estrépito que interrumpió la música y los sonidos de algarabía propios del saloon a esa altura de la noche. 

Los cubitos de hielo-cowboy cubrían todo el piso del lugar. Algunas de las coristas que revoleaban piernas y múltiples enaguas sobre el escenario se desmayaron ante la visión absurda de un hombre fragmentado cual si fuera de porcelana ártica, y algún que otro parroquiano salió más rápido que ligero del lugar sin mirar atrás, oliéndose en el aire la sospecha de estar siendo testigo de un poco acostumbrado homicidio, culposo o no, pero homicidio al fin.

El sheriff O'Flanagan, con sus recios bigotes y su casi inconstitucional manera de impartir justicia, no tardó en apersonarse en el sitio de la tragedia. Con presteza, el lugar fue acordonado, los testigos retenidos para recoger sus versiones del hecho y el pobre Isaac, aún perplejo y lloroso, detenido bajo sospecha de "congelamiento intencional mediante beberaje de maltas seleccionadas". 

La perspectiva para el pobre cantinero era desoladora. Mucha gente había visto lo sucedido y era muy difícil no pasar por culpable absoluto de lo que le había pasado al vaquero de garguero blandito. Mientras yacía en su pequeña y maloliente celda, meditando y repasando mentalmente cada momento de esa noche como si los recuerdos fueran vasos y su conciencia un sucio delantal, la triste melodía de una armónica que sonaba en la celda contigua le hizo rememorar su infancia, a sus padres y sus abuelos, abnegados luchadores que habían logrado conquistar esas tierras olvidadas de Dios, tapizadas de salvajes y búfalos. En el fondo de sus ojos veía a su abuela, la rusa nana Aleika, que de vez en cuando le aconsejaba entibiar siempre toda bebida o alimento antes de consumirlo, justificando el consejo con la historia del triste deceso de sus antepasados en las estepas siberianas por comer de postre en invierno un palito, casata o bombón helado, nunca recordaba exactamente cuál porque los nombres se le entreveraban con la letra de una canción tradicional veraniega. 

Con tal recuerdo atosigando su cabeza, se prometió a sí mismo ser más tenaz en prevenir a sus descendientes sobre los riesgos de "andar zarpado en frío" —según sus propias palabras registradas en su testamento y última voluntad (en inglés en el original, por supuesto)—. Fue así, por ese final documento legado al futuro, que desde entonces cada uno de los hijos, nietos, bisnietos y etcétera de Isaac que ha tenido la responsabilidad de servir una cerveza helada ha tomado todo tipo de recaudos para no sufrir las consecuencias que debió afrontar su desafortunado antecesor, sin importar lo descabellado o ridículo de la medida. 

Isaac Kantinovich fue condenado a morir en la horca al amanecer, un tibio jueves de abril hace ya más de un siglo, en un lugar muy muy lejano de donde yo hoy escribo.

Brindo por él y sus herederos dispersos por el mundo. Con mi cerveza tibia, obviamente. 

La tibieza de la cerveza (2012) - Un título más rebuscado de lo que parece,
para la foto de un cartel más rebuscado de lo que sería recomendable. 
Algunos comentarios de interés:

- La foto la saqué la noche del desfile del Carnaval de las Promesas en diciembre de 2012. Estábamos por allí con dos familiaresamigos, y como el ambiente en la explanada de la Intendencia de Montevideo estaba tendiendo a espeso nos fuimos a un bolichito-kiosko que está por la calle Santiago de Chile entre San José y Soriano a tomar una (no tan) fría. Afuera del comercio descubrimos este cartel.

- El veterano que atendía tenía pinta de ruso. Y bastante cara de Isaac. Y barba canosa. Y atendía por un reducido ventanuco después de que lo hubiéramos llamado tocando timbre en un portero eléctrico. Todo muy posmoderno...

- No me fui tan al carajo como parece con el texto, no crean.


Bo, ¿se nota mucho que esta foto fue sacada tan, pero tan, tan con un celular?