sábado, 13 de septiembre de 2014

Vote por usted - Cabarulo electoral

Un sábado como casi cualquier otro descubrís que te levantaste con catorce años de vuelta, y ni siquiera necesitás corroborarlo con el espejo ni explorarte la densidad de tus pelambres corporales. Tenés catorce años de vuelta... ¿Qué pensás hacer con eso?

Este no es el argumento de un libro de Elige tu propia aventura. No te voy a plantear que "Si escoges ir al examen sin estudiar pasa a la página 49", ni "Si decides palparle furtivamente las nalgas a Betty y culpar al profesor de Aritmética arruinando su vida y su carrera pasa a la página 90". Solo digo que un sábado te levantás y tenés de vuelta catorce años en algún rincón tuyo, así como dicen que "siempre se tienen veinte años en un lugar del corazón".

Catorce años, con cierta tendencia incendiaria. Como corolario, estamos en época de elecciones. Y unas elecciones muy particulares. Cuando el tener que elegir te marea o uno siente que tratan de marearlo para que elija, antes que decisiones claras lo que se consiguen son náuseas contundentes. Convengamos que esta campaña electoral viene tirando para ese lado. 

Mi idea en este texto no es hacer proselitismo ni repartir proselitismo prefabricado. Los comecocos abundan, arracimados en cualquier esquina, en estos tiempos de vendaval democrático. La única pretensión que tengo es que, cuando todos lleguemos al momento definitorio de estar parados ante la boca oscura de la ranura en ese buzón que se alimenta de voluntad popular, estemos convencidos hasta la misma fibra de nuestro ser de lo que estamos haciendo. La pasión está muy bien para sentirse vivo, pero hay cosas que no se pueden dejar libradas a un impulso febril y camisetero. 

Lo más misterioso de todo es que, ahora que releo lo escrito hasta acá, me siento en dudoso desacuerdo conmigo mismo, pero aún así lo digo. No me puedo arrepentir de lo que escribí diez minutos atrás. Es que, como te digo una cosa, te digo la otra. Pero lo importante es reconocer que las ideas y las opiniones mutan. 

Y si a vos que leés esto y no sabés qué carajo estoy tratando de decir te preocupa tener un motivo claro para votar a un candidato con convicción, solamente te recomiendo que votes por vos. No en la urna ni en las elecciones presidenciales, sino en cada momento. Vote por usted, señora; votá por vos, flaco; votemos por nosotros, porque "Nada podemos esperar si no es de nosotros mismos", como dijo José Artigas, el general traicionado por quienes fundaron este país que hoy nos obliga a ejercer la libertad de elegir

Vote por usted (2013) - No promuevo el individualismo. Solo digo que difícilmente alguien venga a hacer por vos lo que te corresponde a vos y solo a vos hacer. Algo de eso, nada nuevo.

La foto: Es un destapador sabio que está pegado con imán en algún lugar de la casa de un primo mío.

                                                                                                      
Pero... ¿cómo? ¿Entonces nos obligan a ejercer una libertad?

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Para terminar (y totalmente fuera de programa) como dije que tengo catorce años de vuelta, voy a poner la letra de una canción que transmite un poco del espíritu que me llevó a escribir esto hoy:

miércoles, 3 de septiembre de 2014

Che, Churrín, mirá a lo lejos - Churrinche oteador

Habiendo llevado a su exigencia extrema el zoom cagado que tiene este aparato, logré la foto que hoy presento, primera de tantas que tengo hechas en Jaureguiberry, Canelones, el lugar en el que históricamente he sido, donde la naturaleza formó parte importante de mi intelecto y formas principales de percibir el mundo, y de donde he recogido algunos de los seres vivos que más me han dado y más han justificado mi razón de ser en esta vida. Y donde además me pongo muy jipi, como puede leerse en el extenso enunciado anterior.

En la foto se ve un churrinche posado en lo alto de un pino muerto. La saqué bajando a la playa, donde nace (o donde muere, todo depende de cómo se considere) la calle Palo Palo, casi entre los médanos costeros.

Churrinche oteador (2012) - Le puse este título porque "Churrinche vigía" me daba la idea de milico, y el milico vestido de rojo no se da mucho que digamos. La otra idea era "Churrinche otero", pero podía darse la confusión de si estaba planteando una adivinanza para descubrir si era un churrinche o un tero; además lo de "otero" creo que le va más al pato, por cuestiones poéticas. * 
La calidad pictórica tan escasa en cuanto a lo técnico de esta foto creo que queda compensada por lo estético, al menos para mi gusto. Y me voy a justificar, porque si no, ¿para qué carámbanos hago un blog donde pongo mis fotos y escribo? La foto mismo es lo que está dentro del marco celeste más claro; el fondo difuso donde está la firma es marco en sí y junto con lo que sobresale en tono celeste oscuro son parte del juego tonto que le hago para no subir la foto sola, que queda medio perdida...

Ta, mucha excusa en cuanto al marco. Sigo con la foto. El cielo ese día era de un celeste total, de esos que cuando te concentrás te absorbe tanto como un buen cielo nocturno multitudinario en estrellas. Creo que la foto lo refleja bastante, más allá de lo pastoso de su textura. El tronco, muerto desde un temporal del 2006, brillaba al sol con un plateado metálico bastante hiriente, como un primitivo monumento vegetal dedicado a algún raro mineral mitológico.

Y ese churrinche... Ese churrinche, con su propia historia a cuestas, estático en lo más alto del quebrado árbol, miraba el horizonte en busca de quién sabe qué, posado allí como un pimpollo de una flor desorientada que creció en la nada, una gota de sangre plumosa en la punta de una espada deslumbrante de seis metros y pico de alto.

Hacía días que al pasar por esa calle yo veía al churrinche rondando por allí, siempre revoloteando cerca de los grupos de humanos que bajábamos a la playa o subíamos de ella. En el breve espacio de una cuadra y poco el encarnizado pajarito se cruzaba de un lado a otro de la calle, como haciéndose ver, como diciéndoles a todos "ey, personas, miren qué rojo que soy, miren qué volteretas que doy, miren qué chillidos que chillo".

El churrinche chillaba en su particular lengua churrinchera, como suelen hacerlo aquellos churrinches monolingües que tanto pueblan nuestros montes y campos orientales. Decía cosas de churrinche, por supuesto, y todo aquel que supiera y quisiera escucharlo podía aprender mucho sobre chimichurris, chinchulines, churrasquerías, charreteras y charcuterías, de las cuales este bicho sabe por simples casualidades fonéticas. De chalchaleros no tanto, porque esos son de la familia de los zorzales y los tordos.

Ante tanto, yo no pude hacer menos que sacarle una foto...
Sí, ese fue un verano muy curioso, de muchos aprendizajes.

* Vaya el saludo a un profesor de Derecho que tuve en el liceo, que se apellidaba Otero y tenía barba, y al cual obsequié una caricatura suya hecha por mi propia mano (derecha, porque era profe de Derecho).