martes, 2 de diciembre de 2014

Primera serie - Pan de Azúcar otra vez y con más excusas

Dedicado a Rubito, Diego y el cabo Romero.-

Esto de tener y llevar un blog que quiso ser de fotos y no lo logró (no nos engañemos, es más que obvio que solo lo estoy usando para escribir sandeces; que no se ofenda ningún sanducero) hace que haya que elegir, como todo en la vida, qué foto sube y qué foto no. En su lecho de muerte, mi abuelo me dijo exactamente eso: «La vida es una cuestión de elecciones: se trata de elegir qué foto sube y qué foto no lo hace, mayormente.». Y él era fotógrafo, y votaba, así que algo sabía de todo el tema. 

Cuando recorro las carpetas digitales en las que se acumulan mis fotos para hacer el proceso de selección inicial, mi primer acto reflejo es ponerme la gorra y que me brille la chapa, como dicen los jóvenes para significar que uno se pone policía, porque suele predominar mi rigurosidad de selector estricto. Es entonces cuando me parece que todas las fotos son fuleras, de calidad artística dudosa, de calidad profesional nula, o básicamente incomibles. Termino eligiendo una de entre varias decenas solo porque la necesidad apremia y me es indispensable tener esa excusa gráfica que me habilite para vomitar letras. Con el tiempo, ya subida la foto y publicada con su texto correspondiente alrededor, se enciende en algún lugar de la poca humanidad que me queda una chispita de orgullo, una lamparita minúscula de satisfacción personal, un antecesor del LED con débil luminosidad de autoestima.

Si el impulso de compasión para con mi arte dura un par de días y se cuela en un nuevo proceso de selección de fotografías, puede pasar lo que está pasando acá, ahora mismo, y que será más evidente dentro de un par de párrafos. Me refiero a que logran clasificarse fotos bastante malas, pero que por algún motivo son dueñas de porciones de mi cariño, sea por lo que representan, por lo que muestran o por lo que las llevó a existir. 

En un inédito brote psicótico de este impulso benevolente fue que decidí hacer una serie —la primera en su género aquí, en En Montevideo, Uruguay— con fotos de una de mis carpetas más viejas, que ya habían sido descartadas para subir al blog. Quizás el mensaje sea esperanzador para otras fotos rechazadas: no está muerto quien no ha muerto (m?). 

Con toda esta larga excusa previa espero que la advertencia haya logrado colarse. A continuación verán un conjunto de fotos de calidad muy pobre, pequeñas en lo que a tamaño digital refiere, y con un denominador común que les permite estar juntas: son todas fotos vinculadas a mi etapa de vida en la ciudad de Pan de Azúcar, Maldonado. Sobre esto ya publiqué algo anteriormente (Saliendo de Montevideo - Pan de Azúcar y murales), pero esta vez hay elementos más íntimos o más personales en relación a la actividad que allí desempeñé y etcétera. 

Con ustedes, las fotos y sus comentarios al pie:

Super Mario Pizza Pando (2008) - Esta va primera por cómo surge: en el camino hacia la ciudad que nos convoca. Yendo a Pan de Azúcar desde Montevideo por la ruta 8, al pasar por la ciudad canaria de Pando, puede verse (o podía verse, hace mucho que no cruzo por esa zona) esta pizzería de tan fontanero nombre. 
¿Original? Meh... ¿Curioso? Puede ser... Más acertado hubiera sido Pizzería Las Tortuga Ninya. Yo la tiro, ustedes ven...   
Denle al clic aquí debajo en el «Seguir leyendo, a ver si mejora...», que quedan siete fotos más, manga de vagos roñosos.