miércoles, 30 de julio de 2014

Cresta Bis - El tiempo pasa, nos vamos poniendo abstractos

Año 2009. Gira nocturna por el barrio con algunos amigos de esos a los que se ve una vez por año. Cresta como corte de pelo recién estrenada, y las casualidades de la vida que nos ponen a tiro de un cartel de una inmobiliaria que tiene el desparpajo de llamarse "Cresta". Pues bien, salió la foto de Cresta Bis

Una foto fulera, incluso en lo estético. Por eso digamos que es abstracta, y que somos todos multilocos. 

A muchos les funciona. 


Cresta Bis (2009) - Una de esas fotos que no hubieran existido de haber tenido un rollo de 36. 

martes, 29 de julio de 2014

Saliendo de Montevideo - Pan de Azúcar y murales

Como se dijo en la publicación anterior, mi actividad laboral en 2008 me daba mucho tiempo libre. Pero también me exigía viajar para trabajar, y uno de los destinos a los que me arrojó fue la ciudad de Pan de Azúcar, en el departamento de Maldonado.

Hermosa ciudad geográficamente muy bien dotada (m?), Pan de Azúcar tiene plazas, parques, cerros alrededor, cerros un poco más afuera, cerros adentro y, por sobre todas las cosas, las mejores medialunas rellenas del país: las de la panadería Bonsai, sobre la avenida Félix de Lizarza, donde paran los ómnibus interdepartamentales.

En aquella época, hace ya unos seis años, otro de los atractivos de esta localidad entrecerrada (o sea, "entre cerros") eran sus murales, de los cuales no sé la historia pero voy a inventarla, solo porque puedo:

Los murales de Pan de Azúcar estaban esparcidos por sus calles como salpicando el mapa, uno por aquí, otro unas cuadras a la vuelta, otro por el otro barrio, y tal. Nunca supe de su origen, pero sí sé que el de Páez Vilaró parecía de Páez Vilaró y el de Fontanarrosa parecía de Fontanarrosa. Yo digo que fueron ellos mismos quienes obsequiaron a esta ciudad con sus obras, en retribución de tanto que ella les ha dado... 

Cortijo y al pie, como escupida de camello, pero todo verso.

Y todo casero, le pese a quien le pese.

Aquí la foto, y listo:

Fontanarrosa, Inodoro y Mendieta presentes en las calles de mi querida Pan de Azúcar. No necesita título (año 2008).

"Una cosa es la sinceridad amistosa, y otra cosa es la crueldad innecesaria".
                                                                                                      Inodoro Pereyra.-

domingo, 27 de julio de 2014

Una noche (movidita) en el MuHAr - (Hay Simpsons a lo último)

En el año 2008, y gracias a la actividad laboral que desempeñaba, disfrutaba de un día entero de libertad por cada 24 horas de trabajo. Sí, un día entero de ocio, sin laburar. Pero ojo, bien que me lo ganaba, con ese otro día entero de privaciones y –¿cómo decirlo?– de dejar todo en la cancha. Como el Cacha, pero de interés social. De otro tipo de interés social, rectifico. En fin, acá lo que nos importa es que cuando las tardes al pedo me hallaban por el rumbo de Montevideo, mi amada-a-la-vez-que-odiada ciudad natal, las invertía bastante seguido en vagar un poco.

Y así fue que en una de esas giras durante una tardecita invernal terminé por caer en el Museo de Historia del Arte –el MuHAr, según la nomenclatura copada–, ese que queda en las entrañas subterráneas de la Intendencia capitalina (o el "monumento al ladrillo", como lo llamaba algún veterano en mi infancia), ese que tiene una momia que de Egipto vino a jeder al Teatro Solís y de ahí al palacio municipal, ese que hace poco lo emperifollaron y tiene una cafetería muy paqueta en su vestíbulo. Museo lindo, entretenido y gratis, por supuesto, que eso de pagar por aprender nunca me ha dado resultados productivos. 

En este museo, a medida que se viaja hacia abajo también se viaja hacia atrás y hacia afuera. No, no hay portales dimensionales ni agujeros de gusano. Tampoco se adelgazan las paredes que nos separan de los universos vecinos. No divaguen, por favor, que lo que pasa en este museo es de a de veras: se bajan escalones y se retrocede en el tiempo, a la vez que se recorren distintas regiones geográficas de este planeta nuestro y se van conociendo las etapas más memorables de su desempeño artístico. Abajo, atrás y afuera; subsuelos, pasado y lugares en la loma del pandeiro (y más cerca también). Ni falta que hace decir que recomiendo este museo, aunque no sea ninguna autoridad en la materia y este no sea un blog de guías turísticas sino uno de fotos, mayormente. 


Una de sus salas (en lo más hondo del lugar, si mal no recuerdo), está dedicada al arte de la América prequilombera, digo precolombina (chiste robado a Tocata y Fuga, la verdad sea dicha). O sea, nuestro continente antes de que se fundara Colombia y Jaime Roos escribiera Colombina. Bueh, basta...
...decía que hay una sala donde se reúnen las manifestaciones más destacadas del arte del continente americano en su etapa previa a la llegada de Cristóbal Colón y el inicio de la colonización, el genocidio y el saqueo. Porque descubrimiento fue lo que hizo Alexander Fleming con la penicilina, a mí no me vengan con cuentos. 

En esa sala pasó lo de esta foto:

Una noche (movidita) en el MuHAr - NFC, 2008
(el arte precolombino y el intervencionismo posmoderno se dan la mano... o algo por el estilo)
Descripción de atrás padelante:

Prólogo: El "movidita" del título de la foto hace referencia a que la foto salió movida. Nada agitado pasó ese día, o al menos no más agitado que la propia foto.
I- Al fondo fondo sobre nuestra derecha se ve un mural, vaya uno a recordar acerca de qué.
II- Sobre la izquierda profunda (¿ultraizquierda?) vemos una vitrina mostrando cosas detrás de ella que es lo que las vitrinas mejor saben hacer–.
III- Más hacia acá, y no muy centrada, se ve una imitación en fibra de vidrio de una cabeza colosal de los olmecas, una civilización centroamericana de mil y algo de años A.A.C. (o sea, Antes del Año Cero, por trastocar criterios y provocar cristianos).
IV- A ambos lados del flor de marote olmeca se ven dos palmeras enanas que no conocen lo que es el sol y que, junto a unas cuantas paladas de tierra, simulan ser las selvas del Golfo de México hace 3.000 años.
V- En el plano más cercano a la cámara vemos la intervención de mi mano izquierda, que con su índice extendido hurga simbólicamente por superposición icónica la narina derecha del cabezón olmeca. ¿Cómo justifico mi accionar? Bueno, es una enorme cabeza sin manos, y no hay nada peor que no poder rascarse la nariz cuando uno lo necesita. Yo creí ver que su expresión pedía a silenciosos gritos que alguien le hiciera la gauchada. Así que, hoy por ti, mañana por mí, Olmecabeza.

-OJO-
EL SIGUIENTE PÁRRAFO Y EL FINAL DE ESTE ARTÍCULO PUEDEN ESTROPEAR EL REMATE DE UN CAPÍTULO DE LOS SIMPSONS PARA QUIEN NO LO HAYA VISTO.

SIGA LEYENDO BAJO SU PROPIA RESPONSABILIDAD 
-OJO-

martes, 1 de julio de 2014

La Dominguera mural - En Montevideo, Uruguay

Segunda publicación, seguimos revoleando al ciberespacio las fotos que sirven de coartada para este blog y que saqué años atrás con aquel celular tan antiguo que la cámara llevaba un rollo de 36 (ta, es cierto, exageré; pero para los que entienden del tema y les interesa, era una cámara VGA con resolución de 640x480 píxeles, insertada en lo que los australopithecus llamaban un "Nokia 5200").    

La Dominguera mural - NFC, 2008
(mejora la firma, copado y feo a la vez el marquito azul)
Contextualización: Es un mural que está ubicado en la calle Carlos Gardel, entre Río Negro y Julio Herrera y Obes, barrio Sur, Montevideo, Uruguay. De allí mismo, al pie de ese mural, salía cada domingo a la tardecita-noche La Dominguera (con un nombre y un modus operandi que no nos dejaba mucho a la especulación, como sí lo siguen haciendo The Beatles, por decir un ejemplo nítido), la comparsa del barrio y, a mi gusto, la que sonaba y sonó mejor en lo que a candombe refiere.

Desde allí, desde las fogatas al cordón de la vereda para templar los tambores, partía La Dominguera con rumbo Este, meta lonja y rengueo, hasta la plaza Alfredo Zitarrosa, en la esquina de Carlos Gardel y Yaguarón, donde la calle del Zorzal Criollo retoma su antiguo nombre de Isla de Flores y a solo una cuadra del Cementerio Central, donde muere Yaguarón (lo cual no resulta tan lógico como parece, porque en el cementerio no son tantos los que mueren, sino que más bien llegan ya prontos, envueltos y empaquetados).

Una vez en la plaza la comparsa calentaba nuevamente las lonjas, los muchachos calentaban gargantas y organismos con distintos brebajes y sustancias, y muchas veces el ambiente también se caldeaba porque nada hay más autóctono que una buena refriega o revuelta popular, preguntale a don Pepe Artígas, a don Aparicio Saravia o a los muchachos que alentaron a la Celeste contra Colombia en el Maracaná hace un par de días.

Calentado todo lo que hubiera que calentar, los tambores desandaban su camino hasta la sombra del mural, donde siempre finalizaban su toque coronados por los entusiasmados aplausos de los que íbamos de oreja, todo muy lindo, muchas gracias, y nos vamos que son como las doce y mañana es lunes, hay que laburar.

Acotaciones que ya se me escapaban, porque me colgué un poquito:

- Originalmente el recorrido de la comparsa partía del mural (quizás antes de que fuera el tal mural, cuando era solamente un muro) por Carlos Gardel con rumbo Oeste hasta la calle Río Branco (hoy Wilson Ferreira Aldunate a esa altura), subía por esta con rumbo Norte una cuadra hasta la calle Durazno ("¿La de Jaime?" _ "Sí, vieja, la de Jaime...") para allí tomar rumbo Este hasta Yaguarón y bajar a la mencionada plaza Zitarrosa (que de haber sido placita podría haberse llamado "Placitarrosa"). La vuelta era por Carlos Gardel derecho, eso no cambió.

- En la foto pueden verse dos hitos del barrio: inmediatamente detrás del mural se nota la estructura de hierro que servía de soporte al gigantesco tanque de gas con lunares de colores desteñidos (acá un vínculo a una foto que robé tomé prestada de algún sitio web, y donde se ve cómo eran los lunares); más al fondo y contra la izquierda está el "Barracuda", edificio azul y beige, que es uno de los más altos de esta zona de la rambla Sur.

- Este quería ser un blog de "Fotos, mayormente", y escribí una reseña histórico turística. Soy un tocuén.