domingo, 27 de julio de 2014

Una noche (movidita) en el MuHAr - (Hay Simpsons a lo último)

En el año 2008, y gracias a la actividad laboral que desempeñaba, disfrutaba de un día entero de libertad por cada 24 horas de trabajo. Sí, un día entero de ocio, sin laburar. Pero ojo, bien que me lo ganaba, con ese otro día entero de privaciones y –¿cómo decirlo?– de dejar todo en la cancha. Como el Cacha, pero de interés social. De otro tipo de interés social, rectifico. En fin, acá lo que nos importa es que cuando las tardes al pedo me hallaban por el rumbo de Montevideo, mi amada-a-la-vez-que-odiada ciudad natal, las invertía bastante seguido en vagar un poco.

Y así fue que en una de esas giras durante una tardecita invernal terminé por caer en el Museo de Historia del Arte –el MuHAr, según la nomenclatura copada–, ese que queda en las entrañas subterráneas de la Intendencia capitalina (o el "monumento al ladrillo", como lo llamaba algún veterano en mi infancia), ese que tiene una momia que de Egipto vino a jeder al Teatro Solís y de ahí al palacio municipal, ese que hace poco lo emperifollaron y tiene una cafetería muy paqueta en su vestíbulo. Museo lindo, entretenido y gratis, por supuesto, que eso de pagar por aprender nunca me ha dado resultados productivos. 

En este museo, a medida que se viaja hacia abajo también se viaja hacia atrás y hacia afuera. No, no hay portales dimensionales ni agujeros de gusano. Tampoco se adelgazan las paredes que nos separan de los universos vecinos. No divaguen, por favor, que lo que pasa en este museo es de a de veras: se bajan escalones y se retrocede en el tiempo, a la vez que se recorren distintas regiones geográficas de este planeta nuestro y se van conociendo las etapas más memorables de su desempeño artístico. Abajo, atrás y afuera; subsuelos, pasado y lugares en la loma del pandeiro (y más cerca también). Ni falta que hace decir que recomiendo este museo, aunque no sea ninguna autoridad en la materia y este no sea un blog de guías turísticas sino uno de fotos, mayormente. 


Una de sus salas (en lo más hondo del lugar, si mal no recuerdo), está dedicada al arte de la América prequilombera, digo precolombina (chiste robado a Tocata y Fuga, la verdad sea dicha). O sea, nuestro continente antes de que se fundara Colombia y Jaime Roos escribiera Colombina. Bueh, basta...
...decía que hay una sala donde se reúnen las manifestaciones más destacadas del arte del continente americano en su etapa previa a la llegada de Cristóbal Colón y el inicio de la colonización, el genocidio y el saqueo. Porque descubrimiento fue lo que hizo Alexander Fleming con la penicilina, a mí no me vengan con cuentos. 

En esa sala pasó lo de esta foto:

Una noche (movidita) en el MuHAr - NFC, 2008
(el arte precolombino y el intervencionismo posmoderno se dan la mano... o algo por el estilo)
Descripción de atrás padelante:

Prólogo: El "movidita" del título de la foto hace referencia a que la foto salió movida. Nada agitado pasó ese día, o al menos no más agitado que la propia foto.
I- Al fondo fondo sobre nuestra derecha se ve un mural, vaya uno a recordar acerca de qué.
II- Sobre la izquierda profunda (¿ultraizquierda?) vemos una vitrina mostrando cosas detrás de ella que es lo que las vitrinas mejor saben hacer–.
III- Más hacia acá, y no muy centrada, se ve una imitación en fibra de vidrio de una cabeza colosal de los olmecas, una civilización centroamericana de mil y algo de años A.A.C. (o sea, Antes del Año Cero, por trastocar criterios y provocar cristianos).
IV- A ambos lados del flor de marote olmeca se ven dos palmeras enanas que no conocen lo que es el sol y que, junto a unas cuantas paladas de tierra, simulan ser las selvas del Golfo de México hace 3.000 años.
V- En el plano más cercano a la cámara vemos la intervención de mi mano izquierda, que con su índice extendido hurga simbólicamente por superposición icónica la narina derecha del cabezón olmeca. ¿Cómo justifico mi accionar? Bueno, es una enorme cabeza sin manos, y no hay nada peor que no poder rascarse la nariz cuando uno lo necesita. Yo creí ver que su expresión pedía a silenciosos gritos que alguien le hiciera la gauchada. Así que, hoy por ti, mañana por mí, Olmecabeza.

-OJO-
EL SIGUIENTE PÁRRAFO Y EL FINAL DE ESTE ARTÍCULO PUEDEN ESTROPEAR EL REMATE DE UN CAPÍTULO DE LOS SIMPSONS PARA QUIEN NO LO HAYA VISTO.

SIGA LEYENDO BAJO SU PROPIA RESPONSABILIDAD 
-OJO-

Como anécdota de interés, y porque TODO (o sea, TODO) ya pasó en un capítulo de Los Simpson, hay efectivamente un episodio de la familia springfieldiana en el que aparece una de estas enormes tallas olmecas. Es el capítulo número 35, el último de la segunda temporada, que en Latinoamérica se llamó "Sangre nueva". Puede verse en línea siguiendo este link:

Nada más reconfortante que una cena en familia alrededor
 de una gigantesca cabeza milenaria tallada en piedra. 


---Este texto fue escrito en varias cuotas---



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